16 sept 2008

Caballito blanco

Me acabo de dar cuenta de lo conflictivas que llegan a ser las cosas más comunes y sencillas. Pueden llegar a horrorizar hasta las dos X y el palito que le dan nombre y sello a este fascinante siglo. Pero la crisis. No. La crisis no da miedo. Porque toda la humanidad padece de crisis menos yo, que no paro de llenar mi bolsillo de gloria haciendo trabajos tan amargos y al mismo tiempo dulzones. Firmado por un ególatra que, dicho sea, se dedica a malgastar su tesoro en productos/servicios de, al menos, decimocuarta necesidad. Y sin ningún tipo de sentimiento de culpa, mis engranajes van viento en popa. Cosa que no comparte mi entorno, el mismo que se está ahogando en veneno. Alguna anomalía bizarra provoca que las definidas curvas se conviertan en infinitas eses de altas frecuencias. Unas curvas que siguiéndolas se corre el riesgo de estamparse contra cualquier esquina. Hay que saber torearlas. No vale creer en ángeles y hadas que te salven algún día. Es la era de los caballitos blancos, donde cada uno se salva por un sencillo acuerdo verbal con sus compañeros. No es necesario que las decisiones sean plenamente judiciales. Soy árbitro y soy jugador en este campo donde no hay sitio para todos.

He mirado el calendario y todos los números que se muestran se han mojado de rojo por muy poco tiempo. No voy a esperar a que llegue mi crisis. Confío en que se vaya a perder entre mis aburridos y desinteresados bostezos. Aprovecharé para gritar ¡arre caballito! y salir trotando al estilo de Lucky Luke.

1 sept 2008

El cuadrado de las Bermudas

Cada vez más tocado y hundido entre formas geométricas, colorines y demás. Las chispeantes luces enciegan hasta que los ojos lloren y la sed aumenta por cada minuto de ausencia de psicofonías violentas. Me mantengo por el hecho de ser joven. Dependo de la noche. No duermo ni llego a estar despierto. Aceleré años atrás y recopile en el maletero una variedad de necesidades de obligada pertenencia: frutas, hortalizas... He dejado la huerta vacía y todo apunto para dar el pistoletazo a la rave del siglo XXI. El capote se tiñe de colores neón. La tierra no podrá soportar ni la quinta parte de este nuevo imperio. El cuadrado ya tiene visibles sus punzantes esquinas. Solo falta unir los puntos para que el dichoso placer coja forma. Todo esto, tras casi dos décadas de guestbooks muertos.