29 nov 2008

El segundo

Se ha parado en la entreplanta. Sólo en el ascensor. Yo y el estado alarmante del susurro de mi respiración. Las paredes me devuelven el aliento que pierdo por cada alarido que lanzo reclamando socorro. Tenía mucho que hacer ahí fuera, y yo, como de costumbre, permito a las agujas que corran a sus anchas.

Me paro en un segundo. El segundo más largo de mi vida. Donde le abro las entrañas a mi fiel acompañante (la mochila) para extirparle la dosis de entretenimiento que debo ingerir aproximadamente cada hora. Un libro que tomé prestado por aquel entonces se convierte en lo único a que me puedo sujetar ante el miedo de volverme loco en el elevador con paredes cubiertas de frío metal. Aunque la escasa iluminación del tubo fluorescente estorbe a mi comodidad, consigo que una nueva historia me haga pensar en otros problemas que no son los míos.

No existe ascensor, no estoy atrapado. Han deseado que mi cabeza sea la que fuese atrapada por la locura. Querían crucificarme en dos metros cuadrados escasos de espacio. Una vez más, me protegió un factor externo. Un elemento que independientemente no tendría mucho que aportar pero en el conjunto cobraría todo el sentido del mundo. El olvido.

22 nov 2008

¿Dónde están los leones?

No entiendo tus ganas de casarte con cualquiera y tener tropecientos mil hijos, cada cual más arrogante y feo. Me gusta como te mueves pero desatiendo la insensata propuesta. Amo saltar bajo la luz lunar en el centro de todas las sombras que acechan con sus armas de fogueo. Patinar sobre el suelo mojado y ensuciarme de barro hasta las rodillas. Mis dedos, que pueden llegar a hipnotizar con simbólicos gestos lascivos, tan intocables y vírgenes como habitúan. Aplaudan y sonrían el recital de la noche. El monólogo más inquietante y apasionante. Ahora que recuerdo, tengo el collar y las correas a punto de caramelo, pero falta algo. Y no son las ganas.

11 nov 2008

Clasificado inclasificable

Varón que ronda los 30 roba postales de su propia ciudad con el fin de devolverle el cariño a su madre con empalagosos escritos. Y no se da cuenta de que los postales son de la ciudad de hoy. Que ya no hay fotos en blanco y negro enredadas por vías del tranvía. No sale ningún niño repeinado jugando a la pelota tan bien como lo hacias tú. Y se conforma con imaginar que en un futuro no muy lejano se encontrará con su nombre redondeado en alguna sopa de letras. O en cualquier otro juego del inventor de los sudokus.

Invierno, cálido invierno

Me levanté con la plantas de los pies hinchados como de bolsas de aire se tratase. Flotando sobre la capa de polvo que cubre el suelo y esquivando la ropa que me iba encontrando por el camino. Haciendo eses y sujetando la cabeza para prevenirme de alguna inespera decapitación. Economicé la noche. Rentabilicé en miedos. Invertí en evidencias. Las hazañas cosechadas podrían formar un libro de 5 cm. de costado por lo menos. Abrimos ese valioso documento para recrear escenas a base de autocensura, día sí y otro también. Hasta que nos aburrimos y no nos dirigimos la palabra. Que quede claro que no estamos enfadados (risas).

2 nov 2008

Pieles

Creí ver en algún lugar que no basta con cortarte el pelo a cero para ser vulgar. He crecido en superficie acolchado, sin ninguna necesidad de medir distancias hasta donde se encuentra el esfuerzo. Sin necesidad de perder aliento por aquello que no concuerde con mi extensa biografía. Otra historia serían tus cuentos.

Es tiempo de madurar rodeado de un variopinto elenco de coberturas. Mezclar colores para hacerte con el exacto sabor agridulce de la alegría. Tanta inquietud en la gente por escuchar una única palabra. Palabra que definiría la rocambolesca huída de un Pulgarcito de su País de las Maravillas. Bonita la boca que respira por la nariz. Bonitas las madres que os trajeron a mí. Bonito lo callado y todo lo que viene junto al silencio, siempre y cuando, empaquetado.