15 dic 2008

Herencia animal

Es una pena que el tren se mueva tanto. El bolígrafo pierde la compostura y la tinta se olvida de respetar los límites del contorno de las palabras. Una chapuza que rompe con lo que busco, pero que por ello no deja de ser bello.

Estoy haciendo una lista de todas las cosas que olvidé en casa y lo lanzaré por la ventana en forma de avión. Volará hasta colisionar con las manos más blancas y curiosas jamás acariciadas, las mismas que lo llevarán al calor de su casa. Las palabras se van a desnudar al son del movimiento de sus enternecidos ojos. Leerá las doradas formas y subrayará con la mente aquellas que le parezcan imprescindibles. Tomará prestados recuerdos del claroscuro ayer y le mentirá a todo aquél que pregunte por la procedencia de los garabatos:

Esto ha sido escrito por mí. No hay ningún otro antes que yo. El tren no tendrá parada hasta que lo diga. Firmado por mí. Yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo, mi, me, contigo en una horitas.

Habrá poco tiempo para trans-cendentalismos pero...que ganas!