Preso de mis propias acciones

He aprendido a construir cuatro paredes
donde se rebotan mis voces y mis acciones
y vuelven a mí matándome de lo punzantes que son.

Una celda, un hogar, para que no suene ni pizca de dolor
que todo vaya bien, aunque el fino hilo se haya partido en dos.

Mis palabras en forma de cuchilla, excavan la pared,
comiendo cada trozo de mi mejor protector
mi más íntimo chivato.

Me pudro, me pudro y me pudro aún más.
Lo dice un testigo de su propio surrealismo.