los trozos de cristal se clavan incluso manteniéndome parado.
Tan parado como el momento de entre canción y canción,
cuando sólo veo humo y oigo el inclasificable murmullo.
Mis pies aprovechan para respirar
y asimilar la euforia de la canción que entra por la puerta grande.
Ahí es donde se para el tiempo y comunico.
Donde pierdo el tiempo y no salgo a volar.
No suelo pedir que sea la última vez
cuando me lo he pasado fenomenal
o para que no pierda su buen gusto
se intenta no repetir.
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