20 may 2008

Solo (y) con la maleta

Pierde fuelle la música del mar por cada túnel que cruzo. El paso por las entrañas de la montaña es comparable a espadazos que no llegan a estancarse y rompen cada muro que se encuentran. Imagino el momento ántes de la llegada del tren al profundo agujero. Habrá silencio que va a ser roto por algún desapercibido movimiento. Habrá olor a humedad que hasta haga llorar a mis secos ojos. Habrá oscuridad como para tapar todas o más de las imperfecciones de sus paredes.

Es bonito compartir la cena en el tren con la maleta y el sillón del frente. El vagón vacío y con muchas más ansias de recorrer montañas, puentes o lo que se ponga en frente. La parte compleja de la historia llega cuando descubres que lo vas a hacer solo hasta el final. Que no hay otro remedio que guisártelo y comértelo tú mismo, como quien dice.

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