27 abr 2008

De perros

Ayer me fijé por fin cómo nos persiguen y nos amansanan. Será la falta de descanso el que me ayudó a ver el prisma desde otro ángulo. Caras grises, sin expresión, finas y cuasiplanas, que circulan por las vías impuestas como si de perros atados se tratase. Personas amontonadas por el pitido de las puertas del metro. Nos juntamos con quien sea para llegar a cualquier lugar y no hay lugar para quien quiera subir las escaleras sólo. No hay lugar para tantos. De hecho, hace falta más que valor para andar independientemente. Valor y dinero. No importan la chaquetas para afrontar el frío mañanero que me cambio cada día. No soy privilegiado por tener unos pantalones firmados. Qué sentido tiene pagar el bus cuando al conductor le importa un comino. Han atado bien a sus perros, perros hambrientos pero obedientes.

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