Intento no llamar la atención con el tic nervioso de mis piernas cuando voy sentado en una de esas humildes sillas del bus urbano. El cartel de "parada solicitada" y el pitido que le acompaña siguen poniéndome nervioso. No llego. La señora del frente me escanea de arriba a abajo y pensará: "va a donde la novia", "es estudiante porque lleva libros", "unos 22 años"...
Y yo de mientras, esperando a que se pare el tiempo y me deje margen como para llegar sano y salvo y sin ningún incidente de por medio. Tras pensar esto, el primer semáforo se pone en rojo. Los 30 y algo segundos que dura la cuenta atrás para los viandantes se me hace eterno. La verdad es que nunca me había fijado lo mucho que puede dar tan poco tiempo. Y el conductor feliz con sus canciones y "principales". No le importa ir más lento. De hecho, está trabajando. ¿Para qué esforzarse por los demás? No le importa nada.
"Joder, que ya llego" -entre susurrantes gritos-. Le doy al botón del "stop". Una chica y yo lo hacemos al mismo tiempo. Me dedica una sosa sonrisa de nena feliz y bajo.
Llueve y yo sin paraguas.
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2 comentarios:
unos 22 años?
jajajja
FLIPAooooo
jajajaja
muaka muaka
¿Por qué me gusta tanto tu blog?
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